Transcripción del episodio
Es una de las consultas que más a menudo me hacen las personas que se apuntan al programa. Me cuentan que tienen miedo de volver a acudir a reuniones sociales porque es en esas situaciones en las que más probablemente podrían recaer.
Es bastante habitual que cuando alguien deja de fumar evite este tipo de reuniones sociales durante una o dos semanas, pero lo que está claro es que la vida sigue, y que no podemos quedarnos encerrados en casa por miedo a fumar.
Si te encuentras en esta situación, o prevés que vaya a ser uno de tus mayores retos al dejar de fumar, te quiero compartir algunas recomendaciones.
Cuenta a todos que has dejado de fumar
En primer lugar, cuéntales a tus amigos y familiares que has dejado de fumar. Desde el primer momento. En general la gente suele celebrar este tipo de decisiones, así que de entrada te llevarás una sincera felicitación de su parte, y por otro lado te estarás comprometiendo con esa persona, que espera de tí que cumplas con tu palabra.
No vivas ese compromiso como una presión añadida, sino como un apoyo. Me explico: Cuanta más gente sepa y vea que ya no fumas, más fuerte se hará esa realidad. Más ojos estarán viendo esa nueva versión de ti. Más real se volverá.
Además, si te rodeas de buenas personas que te quieren de verdad, seguro que tratarán de ayudarte a que lo consigas.
Siempre habrá quien te haga dudar de ti, quien te recuerde las mil veces que ya lo intentaste y fracasaste, o quien trate de hacerte caer en la tentación. Pero debes poner límites a esas personas, no dejes que te afecten sus provocaciones. Generalmente son sus propias frustraciones las que hablan por ellos, no te lo tomes como algo personal y hazte aú más fuerte frente a ellos, vale?
Explícales cómo pueden ayudarte
Como te decía, la mayoría de la gente querrá ayudarte, pero te recomiendo que seas tú quien les expliques desde el primer momento cómo pueden hacerlo.
Si alguien de tu entorno fuma, puedes pedir, por ejemplo, que salga a fumar a algún lugar donde no puedas verle, ni oler el humo. O que guarden su paquete de tabaco para que no lo tengas a la vista. O que por favor, no te ofrezcan tabaco ni siquera si en algún momento tú les pides, por muy desesperado que estés.
Por que sí, seguramente en algún momento de esa reunión social te vendrán ganas de fumar. Especialmente si hay alcohol de por medio, ni que sea una sola copa.
Cuidado con el alcohol
El alcohol hace que nuestro autocontrol baje, y que nos deshinibamos, por lo que mi recomendiacion es que no bebas nada de alcohol en tus primeras reuniones sociales despúes de dejar de fumar. Al menos deja pasar un par de meses, y de ahí prueba solo con una copa, para ver que aún así puedes controlarte, pero poco a poco y sin abusar, no te confíes.
Yo recuerdo que al dejar de fumar opté por la cerveza sin alcohol, y me sentía igual de bien que si llevara alcohol, pero sin esa sensación de querer fumar. Me ayudó mucho la verdad. Y no es eterno, ahora puedo volver a beber alcohol y ya no lo tengo asociado al tabaco. Pero es verdad que desde entonces jamás me he vuelto a emborrachar, porque ya no me apetece, y porque sigo sabiendo que eso podría hacerme recaer. Fumar no es sano, y emborracharme tampoco, así que siempre elijo cuidarme en ambos sentidos.
Pero confieso que los primeros meses después de dejar de fumar, incluso sin beber alcohol me apetecía fumar en las reunciones sociales. Porque tener las manos vacías es extraño cuando siempre ha habido un cigarro ahí.
Ocupa tus manos – y tu boca- con alternativas al cigarro
Recomiendo llevar piruletas o chupachups, que podrían simular un poco lo que sería un cigarro, al tener algo en la mano y también llevarlo a la boca. Una botella de agua también ayuda, para ir haciendo sorbos frecuentes. Y si no, siempre quedará la opción de tener algún papel en la mano para irlo rompiendo, estrujando, ahciendo bolitas… o una pelota antiestrés. ¡Fijate si puedes hacer cosas con las manos en lugar de fumar!
La primera vez te parecerá muy dificil y muy extraño. Tu cuerpo y tu mente estan acostumbrados a funcionar de una manera muy automática en estas situaciones, y necesitarás mantenerte alerta cada vez que se activen esos viejos circuitos.
Pero a medida que vayas volviendo a relacionarte con la gente sin fumar, esos circuitos se irán debilitando, y te prometo que llegará el día en que quedes con tu gente y ya no te acuerdes de fumar. Y que veas a esos amigos salir a fumar y ya no te apetezca salir con ellos. Incluso podrás estar charlando con ellos mientras fuman delante de ti y hueles ese humo, y en lugar de pensar “me apetece” pensar “qué mal olor”.
Pero volviendo a las fases iniciales, en las que todavía piensas “me apetece”, es importante ser sincero contigo mismo y también con los demás.
Reconoce ese sentimiento, no está prohibido pensar que quieres fumar. Al contrario, es bueno aceptar ese deseo, pero a su vez decirte que aun así no vas a fumar.
Yo recuerdo que durante las priemras reuniones sociales, muy a menudo les decía a mis amigos y familiares “me está costando, ahora mismo me fumaría un cigarro, pero no lo voy a hacer, voy a aguantar sin fumar”. Y lo decía super convencida, super segura. Porque así lo sentía.
Nunca me ví en la necesidad de irme de esas reuniones por no poder soportar las ganas de fumar, pero si me hubiera sentido así, sin duda me hubiera ido. Porque lo primero es lo primero, y si tu gente te quiere, va a respetar tus necesidades y va a apoyarte en tu misión de dejar de fumar.
Si sientes que debes protegerte, hazlo. Pero mientras tanto, sal y demuéstrale al mundo (y a ti) que puedes seguir siendo feliz sin fumar. Y sobre todo, demuéstrate que tu vida sigue siendo tan rica y plena sin necesidad de fumar. Porque la diversión no está en lo que consumes o dejas de consumir. Está en tu esencia y en tus relaciones.
Espero que estas ideas y reflexiones que he compartido contigo te inspiren y te ayuden a aforntar las reuniones sociales con seguridad y confianza.
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Sobre mi

Irene S. Ventura
Psicóloga experta en técnicas de deshabituación tabáquica
Combino las estrategias de la terapia cognitivo-conductual con meditaciones mindfulness, alcanzando así todos los aspectos que intervienen en el proceso: emociones, pensamientos, conductas y actitudes.
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Durante 8 semanas recorreremos todas las fases, desde la preparación, pasando por el día D, superando e síndrome de abstinencia, hasta llegar a la fase de mantenimiento.
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